sexta-feira, 27 de abril de 2018

EL SENTIDO ES EL SENTIR



EL SENTIDO DE LA VIDA LO DA EL SENTIRLA

Hay muchas formas de especular sobre el sentido de la vida y sobre el del arte, todas ellas subjetivas y espacio-temporales. Para Manuel Castelin, seudónimo de José Manuel Costas Durán, nacido en Vigo, Galicia, España, en 1949 y viajero vocacional, el sentido de la vida lo definen esos momentos en los que más la sentimos, aquí y ahora. Lo que hay antes de ellos es su preparación, y lo que hay después es su recuerdo. Menos de un centenar de instantes de alto sentir, dan valor a ochenta años de vida vegetativa del cuerpo.

Esos instantes de alto sentir, esas conmociones que nos hacen salir de la zona de confort, aceptar retos, aventurarnos siguiendo la intuición y el anhelo, enfrentar y superar obstáculos y contradiciones, aprender algo nuevo a base de experencia directa, crecer y evolucionar... ya parezcan derrotas o victorias, son las joyas vivenciales con que las se hace el arte, la poesía, la música más brillante, las vidas más ricas.

Quien teme ese sentir intenso, quien no osa experimentar lo nuevo y se refugia en la rutina, está condenado a la grisura mortecina de la mediocridad. Sentir o no sentir, esa es la cuestión y el sentido.

 Lo que resta de esas percepciones plenas  en nuestra apreciación de lo que creemos que somos, en nuestra idea de nosotros mismos y nuestra autoestima, es la memoria parcial, escogida y significante, que quedó como vaga huella de cada una de ellas, la cual siempre acabamos convirtiendo, en nuestra mente, en un relato artístico que intenta reflexionar y explicar el sentido general del viaje de nuestra vida.

En el caso de Manuel Castelin, esta memoria parcial y significante se manifiesta y queda registrada  en expresiones de tipo plástico: dibujos, pinturas, esculturas, entrelazadas con obras literarias, Las huellas de su vivir creativo en uno o en otro continente.

Las obras de un artista  son las fotos de su caminada exterior e interior, pintadas o modeladas por el instinto estético con ritmos de trazos sueltos fuertes o suaves, coloridas y contrastadas por el sentir, animadas por la emoción, metamorfoseadas en símbolos locales o universales que responden a arquetipos inconscientes, autoidentificaciones y formas de expresión que corresponden a la cultura específica, más tradicional o más vanguardista, de la época en la que se vive y se comunica, cada uno a su manera, improvisadas o deconstruidas en una meditación concentrada que fluye, incontenible, desde el agujero negro de la intuición inspirada por el ser original que somos,

Todo ese registro de momentos cargados de sentido y convertidos en formas-huella por la razón de la sin razón, encuentra un orden, después, sobre un estilo o estilos de  reflexión y expresión que canalizan el camino vital y la evolución del sentidor.



Manuél Castelin encajó ese caminar  reflexivo en un laberinto con ciento diez estaciones de consciencia, que también representan los años de la vida transcurridos y los posibles por transcurrir. Sobre esta misma estructura, está construyendo en este blog su Memorial Laberinto personal, dentro de su Museo Virtual.

Ese memorial le sirve, en primer lugar, para intentar comprender mejor el sentido de su propia vida después de un recorrido de 68 años. No era necesario hacer un museo con esa reflexión personal. Si él se toma el enorme trabajo de construirlo no es por la vanagloria de considerar que su vida haya sido destacable, sabe muy bien que muchísimos de sus contemporáneos han destacado más y han sido más útiles, hábiles, profundos, innovadores, interesantes y reconocidos que él.

Castelín aborda este museo virtual como un reto artístico de madurez: Si su relato personal  se queda en la simple vanagloria egoica de un hombre común, será un fracaso. Si consigue que su Memorial Laberinto se convierta en un molde o modelo donde cualquier persona de cualquier época que acepte jugar este juego de arte, pueda encajar su reflexión personal sobre el sentido evolutivo de su propia vida, y ese juego  le llevase  a desarrollar por si mismo una autoconsciencia mayor de su realidad integral, entonces, la obra habrá valido el esfuerzo que costó crearla.

Porque. para el sentir de Manuel (que es quien escribe ésto), eso del Arte por el Arte, por hacer bonito, por competir con los otros artistas, por fama y por dinero, por entretenerse y entretener, por impactar o epatar, o incluso por hacer Historia, le parece tan banal como comer por comer, hacer sexo por hacerlo, hablar por hablar, etc. Al ser que se disfraza de Manuel en el Teatro del Mundo no le interesan el Arte y la Literatura más que como instrumentos de captación y desenvolvimiento personal de sentida autoconsciencia.

 Estamos aquí dos días y lo único que nos podemos llevar es una consciencia de nosotros mismos, de los demás y del mundo  más sentida o más mediocre, más amplia o más mezquina. Es fácil percibir que la Humanidad necesita desesperadamente ampliar su autoconsciencia general. Quien aquí escribe es el primero que lo necesita. No faltaron en su tiempo filosofías ni modelos sociales, tanto de izquierdas como de derechas, que justifican perfectamente comportarse como un depredador canalla y descarado frente a los demás hermanos, y aún sentirse un superhombre. La primera ampliación que cada uno de nosotros necesita, es la que se refiere a su propio camino evolutivo, a darse cuenta del sentido fundamental de su vida, a fin de corregir el rumbo cuando todavía tiene tiempo.

PARA  FACILITAR ESE DARTE CUENTA, TE CONVIDO A CONOCER LO QUÉ ES EL MEMORIAL LABERINTO.

SI QUIERES, CLICA AQUÍ, PARA ASOMARTE A  ESTE JUEGO DE ARTE Y REFLEXIÓN.

EL SENTIDO ES EL SENTIR

EL SENTIDO DE LA VIDA LO DA EL SENTIRLA Hay muchas formas de especular sobre el sentido de la vida y sobre el del arte, todas ellas sub...